¿A qué me dedico?

[Texto publicado en el catálogo de la exposición "En los cantos nos diluimos" Sala de Arte Joven de la Comunidad de Madrid. Junio-Julio 2017].

No encajo en ningún sitio. Pues constrúyete un lugar a tu medida. No se qué soy. Eres muchas cosas. Me da pudor definirme como artista y me da pena ser sólo arquitecta. ¿Creadora multidisciplinar? Está ya manido. Hago cosas. Demasiado indeterminado. ¿Alguna sugerencia? Una carcajada (es lo que hacía un diseñador de cuyo nombre no logro acordarme).
En realidad hago “muchas” cosas y muy diferentes. ¿Inconexas? Antes pensaba que sí. A pesar de que Ana siempre me ha dicho que para ella todo lo que hago tiene que ver con lo mismo. Ahora me doy cuenta de que tiene razón. Es como una cadena infinita de relaciones, muchas veces inconscientes, ejecutadas con diferentes escalas y técnicas.
Pero ¿cómo le dices a la gente que haces joyas como si fueran edificios y espacios como si fueran trajes? Siempre me decían que mis proyectos no eran “Arquitectura”. Nadie me dice “esto no es una joya”, se colocan esa cosa amorfa y les encanta. La gente es más permisiva y más libre en la escala pequeña.
No me gusta que las cosas se rompan. No me gusta arreglar. Hay a quien le encanta solucionar problemas. Esa no soy yo, como diría mi madre. Mercedes me dijo un día que yo había venido a iniciar. Eso me gusta. Cada día empezar algo nuevo. Nunca repetir. No perfeccionar. Lo imperfecto es lo que me atrae.
Hace unos años elegí trabajar sola y me siento feliz y libre. También físicamente cansada porque quiero llegar a todo. No se puede todo a la vez. Una cosa tras otra. Entonces, me pongo retos camicaces con objetivos enormes a corto plazo. Y llego. Pero al día siguiente muero. Y luego vuelvo a la carga.
Me gusta coger el “teléfono” y proponerle a personas que considero increíbles y complementarias, que se unan a proyectos concretos. Muchas veces no me responden. Otras no tienen tiempo. Otras pienso en llamar pero no me atrevo. Porque todo está envuelto en precariedad. Y nadie habla de eso. Aquí sí se habla. Esta vez tengo dinero. Me parecía mucho al principio, pero mi lista de deseos es tan grande que se queda corto. Aun así, me siento afortunada. Gente increíble me dijo sí. Esta pieza no es de una persona sola1.
Jesús me puso hace poco el adjetivo de audaz, es decir: que soy capaz de emprender acciones poco comunes sin temer las dificultades o el riesgo que implican; que soy poco común y demuestro atrevimiento. Cada vez que Nacho ve los dibujos que hago de la pieza, me mira con estupor, y dice: "No sé cómo vas a hacer eso “hija mía”". Yo le sonrío, porque tampoco lo sé. Mi mente es un bullir de alternativas. Sea como sea, lo que sé seguro es que lo conseguiré y él también lo sabe porque lo ha visto más veces.
Hay que confiar en uno mismo. Eso es lo más importante. Después resulta que hay otros que confían en ti, incluso sin conocerte. Gracias María Montero. Me encanta este increíble viaje compartido.
[Más info sobre la instalación Una Arquitectura para Ecosistemas Emocionales Diversos en la web].
1 La lista es abierta y orgánica. De momento están, por orden de llegada: las reflexivas y emocionales palabras y la voz de Cristina Peregrina; la sabiduría y la destreza técnica de Javo, con su empresa de electrónica e interacción Light Notes; los movimientos y los cuerpos de los chic@s de Cain, la asociación de teatro de la ETSAM; la cortadora láser de FabLabMad, gestionada en un Fabatón loco por Lucia de LabLob;... además, los que se sumen por el camino y los participantes del taller de producción y montaje del 3 al 13 de junio.

Comentarios